Nuestra civilización tiene como propósito esencial proteger las vidas humanas. La sociedad nos hace responsables de cuidarnos a nosotros mismos y de tener cura de los demás, directamente y a través de las instituciones, para preservar la salud individual y colectiva, pero también la cultura, la memoria histórica, los espacios públicos, la forma de vida… Ahora bien, este sistema institucional que nos ampara (no solo en el ámbito sanitario) también nos vigila.
La idea de la cura tiene una larga tradición filosófica, y Boris Groys la resigue –de Platón a Focault, pasando por Hegel, Nietzsche y Bataille, entre muchos otros– para plantear una cuestión central: ¿quién es el sujeto de la cura? ¿Debo cuidarme yo o bien confiarlo a los demás, al sistema, a las instituciones? Tener cura de uno mismo es un principio revolucionario que enfrenta al individuo con los mecanismos dominantes de control.
Boris Groys en Arcadia